Romero Reyes, Rodolfo

Romero Reyes, Rodolfo

Che y Fidel: una amistad enraizada en patriotismo

De su amistad, ¿qué sabemos? Se conocieron una noche en casa de María Antonia. Fidel reconoció en él a un joven comunista, capaz de combatir una injusticia en cualquier rincón del mundo y lo invitó a ser parte de la expedición que reiniciaría las luchas por la independencia en Cuba. Guevara entendió que aquel abogado tenía madera de líder, un hombre que creía en lo que decía y cumplía sus promesas, por eso fue de los primeros en subirse al yate Granma.

AL ETERNO COMANDANTE, CUBANAS Y CUBANOS RECUERDAN A FIDEL

Cuba se estremeció con la noticia. Fidel ha muerto. El golpe, la tristeza, la impotencia ante su muerte, se traduce en pocas horas en el homenaje sentido que realiza todo un pueblo. Cientos de universitarios se agolpan en sus centros de estudios, escriben carteles, dibujan pancartas, se pintan el rostro. El llanto se mezcla con las consignas. Se escuchan las notas del Himno de Bayamo y se repite la frase, de boca en boca: Yo soy Fidel.

La estrella que brilla en la noche más oscura

Camino a despedirlo. Paso primero frente a la escalinata universitaria. Desde la calle veo a diez o doce muchachos y muchachas que, alrededor del Alma Mater, sostienen banderas y fotos de Fidel. Están allí desde el sábado en la mañana. Nadie los observa, los medios de prensa no les toman fotos. Ellos, sencillamente, como estacas, están ahí.
 

El regalo que es Fidel

Lo conocí cuando apenas tenía nueve años. Un hombre alto al que solo le daba por la cintura. Unas fotos y escucharlo pronunciar algunas palabras, constituyen el primer recuerdo que guardo de su persona. Los próximos dos o tres años sirvieron para que pudiera coincidir con él unas cuantas veces.