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Agudo sentido del humor

Conocí personalmente a Fidel el 28 de enero de 1990 en el Parque Central de La Habana durante un concierto luego de la marcha de las antorchas por el aniversario del nacimiento de José Martí. Siempre he dicho que fue la primera vez que lo vi en colores, porque hasta ese momento lo había visto en las fotografías y la televisión en blanco y negro. A partir de ahí, y del conocimiento que él tenía de un par de canciones mías, se fue tejiendo lentamente una relación. Él se dio cuenta de que yo era una persona que al estar nerviosa se volvía torpe.  
 
Es bueno decir que Fidel, y no se ha dicho mucho, tenía un agudo sentido del humor y era una persona que se reía mucho,  que disfrutaba la risa, la broma. Yo tengo buen humor, y fue eso lo que nos acercó en un principio. Era una relación de humor, yo no recuerdo a Fidel tratando de explicar ningún proceso revolucionario, sino «pinchándome» todo el tiempo en la parte más sonora de mi corazón.
 
Un día me sentó en su despacho y me dijo: «Yo sé que tú te sabes muchos de los chistes que hacen conmigo en la calle y quiero que me los hagas». Yo, que tenía la indicación siempre de mi esposa de que no tomara allí, porque como soy de loco podía hacer cualquier disparate, me viré para Joseíto, el jefe de su escolta, y le dije: «Búsquenme un trago de lo que sea». Y me dije por dentro: «¿Cómo voy a hacer esto?». Pero le conté y nos estuvimos riendo. Fidel se reía de cómo el pueblo de Cuba hacía bromas con él desde el cariño.  
 
 

Tomado de: 

"Yo conocí a Fidel"
25/11/2016

Fecha: 

Viernes, Noviembre 25, 2016 - :