La siembra de Fidel reverdece
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«Los sembró Fidel con sus manos, en compañía de Hugo (Chávez) y de Evo (Morales)», rememoró un lugareño de esta sabana, en referencia a los arbustos más jóvenes del «patio de Mamá Rosa», infantil paraíso de una humildad arañera.
En aquel acto de plantar, del guerrillero barbudo, en eso de juntar hombres que son como pueblos, regresa, metáfora de otra siembra, el patiecito de Sabaneta. Ya es un instante al futuro, un paisaje de hermandad en despliegue.
Solidario y puro hasta Cabo Haitiano, Andorra, África, Lombardía… allí, donde aniden los desamparos, siempre llegará, si es preciso, el aire fresco de esa arboleda, nacida de un tronco que antes fue rama, y a los 95 años da su espléndida savia.
En filas, para que no pase el gigante de siete leguas, anda este bosque de 11 millones. Y se aprieta, y resiste, y crece. Rompe los implacables contaminados vientos del norte, y de esa y otras tempestades protege a los olvidados del sur.
Hasta en la elocuencia de una verdad, dicha ante sus enemigos de Europa, reverdece el barbudo que un día bajó de la Sierra hecho pueblo: «Ustedes quieren para Cuba la libertad de los bancos y farmacéuticas, para desahuciar familias y hacer de la salud un negocio, para esclavizar como lo hizo Batista».
«Donde ustedes van a explotar recursos (ajenos), Cuba manda maestros; donde tiran bombas, Cuba entrega médicos. La demostración de que la vida no es el capitalismo les atormenta; por eso el Playa Girón digital, que se enfrenta a una trinchera de ideas». Parecía la voz de Fidel en otra garganta.
Igual dignidad y semejante desvelo por los humildes en Venezuela, vienen de Bolívar y Chávez; y tienen del que, nacido en Birán, late en la patria bolivariana, en 22 000 corazones cubanos.
Traída como en alas de colibrí, la solidaridad de Fidel, la de Cuba, desanda esta geografía en el empeño de gente como Wilfredo Falcón Quintero, historiador que, desde la villaclareña Universidad Central «Marta Abreu», viajó hasta aquí, donde asume el proyecto, Fidel Castro, estadista y pensador revolucionario, del frente Francisco de Miranda.
De sus intercambios con cientos de jóvenes venezolanos, y con otras decenas procedentes de Chile, Ecuador, Nicaragua, Argentina, Bolivia, ha extraído Falcón su certeza: «Fidel es una conciencia, un símbolo, un compromiso que lleva en las venas la juventud de Latinoamérica».
Ese parecer lo comparte la maestra Marlenes Muguercia, quien fuera primero alumna y luego directora de la Ciudad Escolar 26 de Julio: «Un día, al llegar el Comandante, mi clase trataba de verbos y complementos circunstanciales. Él los dominaba al detalle, y disertó sobre el tema. ¡Sorprendente!».
–En las actuales circunstancias de Cuba, ¿cuáles verbos escogería para evocar a Fidel y al Moncada?
«Sembrar, resistir, luchar, vencer, convencer».