Fidel
Soldado de las Ideas
Nada de ministro, comandante o jefe; a los más cercanos, Fidel los llamaba en confianza por el nombre y a algunos, hasta se los achicaba: Almeida, Ramirito, Camacho, Machadito, Che… También a su hermano: Raúl, porque creía que la valía de los hombres estaba en las virtudes de estos, y no en cargos o grados.
Al verlo en sus escasas horas de añoranza a la vida, muy abrumado por el peso de tantos destinos ajenos, Gabriel García Márquez, -en condición de amigo, no de eminente periodista- le preguntó qué era lo que más quisiera hacer en este mundo, Fidel le contestó de inmediato: "pararme en una esquina".
Era domingo 3 de febrero de 2013, y me asignaron la cobertura del Colegio Electoral No.1, de la Zona 13, Circunscripción 13, de Plaza de la Revolución. Otras veces ya me había tocado ese lugar, el colegio electoral de Fidel.
Sabía que era casi improbable que él asistiera por su estado de salud, pero allá fui desde las 7:00 am, el tiempo pasaba y pasaba y su emisario no llegaba, el hombre que depositaria sus boletas, el hambre el cansancio hacían mella y nada del hombre con el sobre lacrado.
Los pioneros le celebran su cumpleaños 70 en el Palacio Central de Pioneros “Ernesto Che Guevara”, en el Parque Lenin.
Pronuncia discurso en la Clausura del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba, efectuado en el Palacio de Convenciones.
Pronuncia discurso en el Acto por los 50 años de los Comité de Defensa de la Revolución.
Participa en las sesiones de la II Encuentro Cumbre Cuba-CARICOM en el Hotel Hilton de Barbados.
En el acto por el Día Internacional de la Mujer efectuado en el Palacio de Convenciones. A su lado se encuentra Vilma Espín, presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas.
Aún convaleciente del accidente, con una trombosis venosa y varios artefactos ortopédicos incorporados a su cuerpo debido a la luxofractura de cadera que sufrió; a Eldi le preocupaba algo: que no pudiera volver a donar sangre. Y le preguntó a los doctores que lo atendían, quienes le dijeron que no se preocupara, que podría hacerlo. Entonces retomó el compromiso, -ahora más comprometido-, pues él mismo necesitó en ese momento, 12 años atrás, sangre de otras venas.
Es de noche ya el 2 de junio de 1956. María Antonia González se acuesta tranquila: estaba listo el pastel para Raúl, con sus 25 velitas. En el apartamento de Emparan 49-C, en el Distrito Federal, México, querían celebrarle el cumpleaños. Fidel ha pedido a María Antonia que lo espere para la celebración, pues él tiene que salir a hacer gestiones. De esa forma, en la tarde del 3 de junio, se reúnen en el histórico apartamento compañeros de lucha y conocidos para festejar.
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